Recordé la historia de las piedras en las que te apoyas cuando quieres cruzar un río sin mojarte los pies. Imagínate que estás de pié frente a la orilla y deseas pasar al otro lado; te tomas tu tiempo, y con la mirada tratas de encontrar esas rocas que sobresalen del agua y que te van a servir de apoyo para avanzar con seguridad.
Dependiendo del tamaño del cauce, el recorrido por dónde has de ir manteniéndote firme será más o menos complejo. Lo mejor, sin lugar a dudas, es tender puentes y labrar peldaños lo suficientemente sólidos que te permitan apoyar el peso de tus argumentos y cruzar con éxito tu exposición. La historia de las piedras del río me recordó la estrategia dos de un buen comunicador: estructura tu presentación.
Si es difícil hacer una buena exposición en público más dificultoso puede ser para nuestros oyentes entenderla. Es por tanto clave el saber acompañar a este público que nos escucha por el río de nuestras palabras, marcándoles bien cada peldaño que nosotros hemos logrado identificar. Los buenos comunicadores dedican mucho tiempo a la preparación de sus presentaciones y aún más a la estructura final.
Si queremos que nuestro público entienda lo que vamos a decir es importante tener una buena organización mental de los temas que vamos a tratar; ofrecer a nuestros oyentes una visión general de la estructura de nuestro discurso; anunciar los puntos que vamos a desarrollar; o ayudar a recorrer el orden lógico de nuestra exposición.
En este orden de temas tiene que haber cohesión y armonía; nuestro discurso ha de partir de la exposición de un objetivo que pretendemos lograr y se ha de organizar alrededor de unas preguntas (recomiendo tres), unas conclusiones y una llamada a la acción. Cuidemos no solo las respuestas a cada pregunta, también las transiciones entre ellas y sobre todo el cierre de nuestra exposición.
Lo importante de esta estrategia dos es encontrar esa combinación de piedras en la orilla que mejor entienda nuestro público; adaptar nuestro discurso lo que sea preciso; suprimir contenidos si es necesario; o añadir ideas y ejemplos que clarifiquen nuestro mensaje, y todo ello sin mojarse los pies.
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