Del mismo modo que cuentas una historia que has vivido intensamente, con el mismo entusiasmo que transmites esa aventura que hace tiempo experimentaste, de la misma forma que haces vibrar a tus amigos cuando compartes alguna anécdota que te apasiona, deberían ser nuestras presentaciones en público.
Porque a las personas nos gusta escuchar cosas excitantes, que despierten nuestros sentidos e imaginación. No nos gustan los discursos aburridos donde el ponente lee lo que tiene que decir o no lo siente suyo.
Mi próximo discurso va a ser un motivo más para compartir las cosas que he aprendido. A través de la preparación y del ensayo he logrado crear un verdadero retrato mental de las cosas que voy a decir. He interiorizado con tiempo mi presentación y la he tratado de hacer emocionante para el público que me va a escuchar.
Ahora, lo que toca es disfrutar.
***